No cabe ninguna duda: el pasado año fui un niño muy bueno. Buenísimo. Es lo primero que pensé cuando vi lo que los Reyes Magos me habían dejado en casa: el nuevo Mac mini M1 de Apple.

Lo cierto es que ya tocaba renovar alguno de los equipos de casa. El ordenador más nuevo que pulula por esta suerte de museo de Apple que es mi casa tiene ya 6 años. Y pese a que sigue funcionando de maravilla –igual que la otra docena de ordenadores de diferentes épocas que tengo–, lo cierto es que empezaba a quedarse corto para algunas tareas. Y con «algunas tareas» me refiero sobre todo a una: la edición de vídeo. O sea que a los Reyes Magos solo les podía pedir una cosa: el nuevo Mac mini M1 de Apple.
Menos es más
¿Y qué es un Mac mini? La respuesta es sencilla. Es como si cogieras todos los componentes de un ordenador portátil y los metieras en una pequeña caja de aluminio, prescindiendo de todo lo accesorio a la propia CPU. Es decir, un ordenador sin pantalla, ni teclado ni ratón. Así, a pelo. Como Jobs lo trajo al mundo.
Pero el Mac mini M1 es algo más. En su interior alberga el nuevo y ultimísimo procesador Apple Silicon de la compañía estadounidense, que bajo el nombre de M1, promete flujos de trabajo nunca vistos hasta ahora. Y justo eso es lo que ahora necesito: poder trabajar a pleno rendimiento sin tener que lamentar falta de potencia, agilidad o memoria.

Siendo sinceros, mientras escribo estas palabras, apenas he tenido tiempo de catarlo. Ando todavía transfiriendo archivos, moviendo discos duros de un sitio a otro y haciendo las primeras copias de seguridad del nuevo sistema. Pero ya he podido sentir en mis carnes la capacidad de este Mac mini M1 editando un vídeo 360 con Final Cut Pro X. Y lo único que puedo decir es que la boca se me hacía agua viendo cómo renderizaba el chiquillo.
¿Y por qué le he pedido a los Reyes Magos un ordenador de sobremesa?
La respuesta es sencilla. Otra vez. Mi portátil actual –un MacBook Air de 2013– sigue funcionando como un reloj. Aprovechando el confinamiento del pasado año le cambié la batería y, aunque no es lo mismo, el ordenador ha rejuvenecido. Y mi nueva realidad laboral –de la que os hablaré pronto– en la que trabajaré más tiempo en casa que en los aviones y los aeropuertos me hizo pedir el Mac mini M1. Eso y que con este ya tendré cuatro Mac mini. Seguimos ampliando el museo…
Por lo demás, poco más que añadir. El Mac mini M1 es silencioso, bonito como cualquier Mac mini –aunque menos que su predecesor, en color negro– y una maravilla porque lo escondes en cualquier parte. Y no os voy a marear con la tecnoverborrea, ya que para eso lo podéis mirar aquí. Tan solo añadir que me he comprado la versión con 16 Gb. de RAM y 1 TB SSD.
¡Ah! Y que lo he comprado en Macnificos, quienes no me regalan nada –ni una triste comisioncilla que llevarme a la libreta del banco–, pero que son realmente majos y profesionales en todo lo que hacen. Y siempre que los he recomendado me han dejado en muy buen lugar. Por lo que siempre compro ahí las cosas importantes. Y ya puestos, para que el beneficio se lo lleve únicamente la compañía más rica del planeta, al menos que algo se quede en una empresa de aquí.
Pronto, más cosillas de este Mac Mini M1.
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