Esto no es un obituario

18 mayo, 2021 por UsuarioArráez

La muerte de Álvaro García, jefe de comunicación de Intel en España y Portugal, nos ha golpeado con fuerza. A mí y a todos los que compartimos momentos con él

Álvaro, en el centro, en la sede central de Intel en San José, California, en 2011.

He necesitado varios días para armarme de valor y escribir unas líneas sobre una de las mejores personas que he conocido en mi vida. Pero debía hacerlo. Y no solo por él, a modo de particular homenaje a esa bellísima persona que era Álvaro, «el de Intel», sino también por todos los que compartimos, en algún momento de nuestras vidas, algún viaje, algún evento o algunas risas.

Por todo eso, y por mucho más, esto que estoy ahora mismo escribiendo no es un obituario. Es una carta de agradecimiento.

Tengo mucho que agradecerle a Álvaro, «el de Intel». Tengo que agradecerle los buenos momentos que pasé a su lado, hablando de Intel, su casa. Tengo que agradecerle las eternas discusiones sobre Apple, o los continuos intercambios de videojuegos.

Tengo que agradecerle que siempre estuviera predispuesto a buscarte ese dato o esa imagen que te faltaba para cerrar un artículo, fuera cual fuera la hora. Y que, en ocasiones, le parecieran geniales mis locas ideas para hacer este o aquel reportaje. Cuando pensabas en una marcianada periodística, él buscaba la forma de llevarla adelante, aunque fuera meses después.

Tengo que agradecerle que él me abriera la puerta a poder escribir algunas de las mejores piezas informativas que he realizado en mi carrera.

Pero por encima de todas las cosas, tengo que agradecerle los buenos momentos, las risas… Esa risa perenne, símbolo de identidad de Álvaro, que te contagiaba irremediablemente mientras veías cómo se le achinaban esos pequeños ojos ‘de Bilbao’. Y la complicidad, vividas en tantas y tantas ocasiones. Pilar Bernat le describe a la perfección aquí. No dejéis de leerlo.

Álvaro, «el de Intel», era tan cercano y campechano que solo podías quererle. Siempre de buen humor y con una sonrisa en la cara, te sentías en la obligación de correr a su lado cuando necesitaba algo. Y ese «algo» eran, muy a menudo, videojuegos.

¡Cómo le gustaban los videojuegos!

He tenido la suerte de conocer a Álvaro García, «el de Intel», y de trabajar a su lado en más de un viaje. Y ha sido una de las más gratas experiencias de mi vida.

En estos momentos tan difíciles me gustaría decirle a su familia que Álvaro era único. Os diría que menuda suerte haber compartido una vida con él. Y no sé si algún día llegaréis a leer esto, pero debéis saber que Álvaro era muy querido, y que se ha llevado con él un trocito de cada uno de los que le conocimos.

Mientras escribo esto no puedo dejar de pensar en Cristina, en Arturo, en Nana, en Palmira, en Claudia, en Gabri… En tantas y tantos compañeros de trabajo que estuvieron durante años trabajando, codo con codo a su lado, y que ahora lo estarán pasando jodidamente mal.

Maldita, esta perra vida, que siempre se lleva a los mejores antes de tiempo.

Gracias Álvaro. Muchas gracias.

Publicado en

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.