Caballo grande ande o no ande. Eso dice el castizo refrán español y eso mismo han debido pensar algunos fabricantes de móviles en los últimos tiempos. Y es que los phablets –mitad phone y mitad tablet– están proliferando en el mercado. Sí, lo sé, no están proliferando como setas, pero cada vez hay más.
Fue en el Mobile World Congress de 2011 donde se empezaron a ver los primeros, y será en el de este año donde vamos a ver los últimos modelos, los más recientes. Y uno de los protagonistas será este HTC One Max.
Más que analizar el dispositivo en sí –honestamente, no le falta de nada– quizás habría que analizar a qué público están enfocados estos dispositivos. Si te paras a pensar qué haces con tu móvil, te darás cuenta que el uso como teléfono es precisamente uno de los que menos utilizas. Llevar un smartphone en el bolsillo supone a día de hoy hacer de todo menos casi llamar por teléfono. Las llamadas han sido sustituidas por los whatsapps y cuando tenemos que comentar algo lo hacemos a través de Twitter o de Facebook. «Nos mandamos un whatsapp y quedamos» se ha convertido en una de las frases favoritas de la gente hoy en día. Ya nadie se da «un toque» o se pega «un telefonazo». Y si se emplea más el teclado y la pantalla que el auricular, ¿por qué no tenerlos en tamaño XL aún a riesgo de perder algo de ergonomía?
Tras utilizar durante unas cuantas semanas el HTC One Max un servidor debe reconocer que esto de llevar un pantallón en el bolsillo tiene más ventajas de las que uno suponía. Y es que en la excelente –y grande, muy grande– pantalla de 5,9 pulgadas Full HD de este terminal permite disfrutar de todo lo que se hace y se ve. La generosidad de este terminal hace que escribir mensajes, tuits o actualizar tu Facebook sea un placer. Las fotos que te envían se ven en todo su esplendor y los vídeos de repente adquieren una nueva dimensión. Hay que reconocer que el hecho de tener una pantalla de un tamaño mayor al habitual supone tener ventajas en casi todo.
El trabajo es mucho más fácil de llevar y te permite incluso realizar tareas de ofimática sin que te cueste. Algo tan simple como responder un correo electrónico, arduo trabajo en la mayoría de dispositivos móviles, es mucho más llevadero en un teléfono en el que tus dedos no tropiezan continuamente los unos con los otros, lo que hace que no solo disfrutes más de escribir, sino que de repente te das cuenta de que ya no eres tan parco en palabras. Bendito pantallón. Y sí, lo sé, estáis pensando en que algunos fabricantes –¿he oído las palabras Apple y iPhone?– todavía resisten el ataque de las pantallas grandes, pero cabe preguntarse por cuánto tiempo.
¿El pero? Por supuesto que lo hay. Y es que, si somos honestos en todo, debemos reconocer que tener semejante zapatófono pegado a la oreja cuando recibes una llamada no es que sea precisamente discreto. Ni mucho menos cómodo. Pero no deja de ser un pequeño inconveniente comparado con los muchos beneficios de este terminal.
Resumiendo: si lo tuyo es darle a la tecla, whatsappear sin parar y pasarte el día danzando entre Twitter y Facebook, un phablet te va a proporcionar muchas más alegrías de las que te imaginas. Si además el ‘telefonillo’ es un caballo grande que de verdad anda, no se puede pedir más.
Por último, y antes de que se me olvide, dos detalles:
- Su excelente calidad de sonido –tomen nota, señores fabricantes–. Ver una película en este dispositivo es una auténtica gozada.
- El desbloqueo por huella dactilar que funciona mejor de lo que me esperaba y que en los últimos meses muchos se han atrevido a tildar de innecesaria frivolidad cuando lo llevaban otros terminales –¿he oído las palabras Apple y iPhone 5s?–.
Y para los que queráis saber todos los entresijos técnicos del cacharrito, aquí tenéis el enlace.
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