
El primer «Encuentros Tech» tuvo lugar el pasado viernes y solo hay una palabra que defina lo que supuso esa tarde formativa: ilusión
Debo reconocer que no era esta la primera vez que me lanzaba al ruedo de los talleres formativos. A lo largo de los últimos años he trabajado esporádicamente con una conocida academia que forma a empresas, aquí en Palma.
Tampoco era la primera vez que me ponía ante un grupo de personas en un escenario. Desde que empecé a presentar el ciclo de conferencias BusinessDMallorca en Diario de Mallorca, me he ido acostumbrando a eso de subir a un escenario. Aunque lo del viernes, más que un escenario, era una moqueta.
Pese a todo lo anterior, los nervios hicieron acto de presencia justo antes de empezar. Eva Añón, mi pareja de baile a partir de ahora en estos eventos me preguntó mientras ultimábamos la presentación si estaba nervioso. Y no lo estaba en aquel momento. Pero segundos antes de empezar me invadió un sudor frío que no me esperaba.
Y por fin, tras meses de planificación y preparación pusimos en marcha los «Encuentros Tech». Debo reconocer que el taller, centrado en la productividad con el smartphone no fue perfecto. A algún que otro fallo técnico –es lo que tiene depender de otros en lo referente al wifi– hay que unirle que hubo más interrupciones de las esperadas y eso provocó que la hora de duración que teníamos prevista inicialmente se alargara más de lo previsible. Y hubo que reducir contenidos.
Imagino que esa maldita perfección que siempre he buscado me dejó un ligero sabor amargo cuando terminamos el taller. Dos demos habían fallado por culpa de la red inalámbrica y parte del contenido tuvo que ser omitido. El primer «Encuentros Tech» no había sido perfecto. Y eso me daba un poco de rabia. Mucha en aquel momento.
Pero tras el taller pasamos a la zona de networking en una zona que nos habilitaron en el Moss. Y allí la rabia desapareció. En la distancia corta, los asistentes al curso nos felicitaban efusivamente por lo que habían visto. Nadie le dio la menor importancia a los fallos técnicos. Y nadie comentó que el curso había sido más largo de lo esperado. Al contrario: muchos dijeron que se les había hecho corto. Mi querido Jaume, fiel compañero de fatigas, definió el evento en una frase: «He pasado gusto de escucharos».
Las felicitaciones por el buen trabajo y la compenetración sobre la moqueta que habíamos mostrado Eva y yo fueron constantes. Y muchos preguntaron por la próxima cita, que ya hemos empezado a planificar.
Mi pasión por la tecnología y mi curiosidad por aprender cada vez más me ha llevado a transmitir a los demás todo lo que he podido aprender a lo largo de estas últimas dos décadas. Y debo reconocer que este nuevo e ilusionante proyecto ha aparecido en el momento más oportuno.
Qué bien lo pasamos, qué interesante fue todo, y qué grandes fotos nos hizo el amigo Manu Mielniezuk.
Un poco de Dropbox Del móvil al ordenador en segundos ¡Atentos al pajarito! Eva Añón en faena Demostración con iPhone Contraseñas a fondo El público participó activamente Los momentos iniciales Todos atentos a las redes
Salió muy bien. El cariño y la ilusión con el trabajo de pensar, preparara y practicar se vieron recompensados por la buena acogida. Seguiremos mejorando y adelante. Ya te decía yo que contigo se estaba perdiendo un gran talento. Me alegra que haya salido más a la luz.
Gracias Eva. Y ni siquiera hemos empezado. Esto ha sido el número cero.